La fuerte tradición del cultivo de la vid en la Ribeira Sacra, desarrollada en la Edad Media al amparo de los monasterios que jalonaban sus escarpadas pendientes, continuó sin apenas cambios hasta el siglo XIX.
La desamortización de los bienes eclesiásticos a partir de 1836 supuso la desaparición de numerosas comunidades y el abandono de algunas zonas de cultivo. Pero lo peor estaba aún por llegar.
A mediados del siglo la plaga filoxera que ataca a las vides de toda España, hace su aparición en las riberas del Sil y del Miño. Este insecto, acompañado de hongos y bacterias pudría la raíz de las vides hasta matar a la planta entera. La plaga se prolongó más de cincuenta años acabando con numerosas plantaciones.
Con la llegada del siglo XX, el uso de porta injertos comienza a solucionar el problema de la filoxera apreciándose una lenta recuperación en la producción que, de todas maneras, se vio ralentizada por la escasez de mano de obra debido a la emigración. Como en otros ámbitos de la agricultura de Galicia, se trataba de una producción limitada que casi no generaba excedentes y que, a pesar de su excelente calidad, se dedicaba al autoconsumo o a su distribución entre los bares y tabernas de la zona.
El creciente reconocimiento de la calidad de estos vinos se vio refrendado en el año 1993 con la aprobación del reglamento Viños da Terra, que le daba un marco legal a la producción. Sin duda el momento decisivo para la nueva época de nuestros vinos se produjo en 1996 con la aprobación de la Denominación de Origen Ribeira Sacra.
Desde entonces la producción de vino se convirtió el principal motor de desarrollo económico de los municipios de la Ribeira Sacra y una poderosa señal de identidad. El vino con D.O. Ribeira Sacra es artesanía en la copa: a los mejores cuidados en bodega le antecede el trabajo manual en la viña.
Hablamos de Viticultura de Montaña, de Viticultura heroica, de un desnivel de terreno que puede llegar al 100% y que convierte a los bancales de las laderas de los ríos Miño y Sil en un paisaje espectacular de viñedos, en un territorio único para el cultivo de la vid, pero también un espacio difícil de trabajar que no acepta mecanización. La mayor parte del trabajo es manual: hombres y mujeres hacen equilibrios entre los estrechos bancales de piedra para darles atención a las cepas. En vendimia, los racimos se cortan manualmente ylas cajas de uva se cargan a las espaldas para llevarlas hasta los caminos, desde allí se trasladan en vehículos hasta las bodegas. Incluso hay viñas que sólo tienen acceso desde los ríos y, por lo tanto, el modo de transporte hasta la bodega es la barca.
*Información D.O. Ribeira Sacra